Twitter Facebook
Entrar o Registrarse
desc

Si no tienes cuenta Regístrate.

Mobi Epub Pdf  

Cloro

Santana Gamaza, Luís Antonio


Amarré el cuello del técnico con el cable, después tiré con fuerza de ambos lados; se le escapó la vida en un murmullo; me aisló del agua durante una semana. Durante todo el tiempo estuve conectado a una máquina, ambos esperábamos, él resultados yo mi momento.


Me tumbaron al borde del vaso y como un reptil me dejé caer de costado, mis articulaciones respondieron de inmediato, comencé nadar. Nadie prestó atención al “incidente”, son cosas que pasan en el CR y el CR no existe.


Me inicié temprano cuando mi hermana destrozaba zapatillas de baile, recurrí a la piscina por aburrimiento mientras ella terminaba las clases. Noté que el agua mantenía a raya a  los fantasmas y demonios de mi enfermedad: la única manera de acabar con una bruja es la humedad del ahogo. Recuerdo muy bien el primer mensaje, antes de cada transmisión sonaban en mi cabeza tonos, tres, dos uno, en diferentes secuencias: “…es decir de los cuerpos y de sus representaciones en las almas, pues es preciso que la razón suficiente no tenga razón de otra razón ulterior y esté por fuera de una serie de cosas contingentes, y...”. El agua clorada es la que mejor funciona, no ocurre lo mismo con la salada, tampoco con la dulce de lagos o ríos, la transmisión es imperfecta entonces y se pierde mucha información. Primero pensé en mi locura, cuando fui muy consciente que no se trataba de ella imaginé que sería telepatía pero también descarté esa opción, tardé bastante en aceptar que los mensajes fluían de más allá del Sistema Solar.


Se presentaron una tarde de verano. Parecían predicadores de puerta a puerta y el evangelio que enseñaban caló hondo en mis padres. Tendrían la vida resuelta por siempre. Los sinsabores de un hijo lisiado pasarían a la historia, fácil: entregar al primogénito a la ciencia. Lo hicieron de buena gana y ya nunca nadé solo. En la piscina del CR otros como yo estaban buceando o flotando, como bollas, troncos de carne viva en recepción. Eso no funciona conmigo. Me tapé la cabeza con el gorro de silicona y comencé a nadar. Al principio en brazadas leves, un calentamiento voraz en espera de la gran carrera, cuando el cuerpo tomó el ritmo, en unos cinco minutos, ya era imparable. Pasado ese tiempo empezaban los mensajes;  “Se ve también que cada sustancia tiene una perfecta espontaneidad (que llega a ser libertad en las substancias inteligentes), que todo lo que le sucede es una consecuencia de su idea o de su ser, y que…” los mensajes llegaban en oleadas al compás de los brazos. Supe más tarde que todos ellos eran recogidos de mi cabeza y archivados para su estudio. “…la sesión de nado ha terminado por hoy Marcos” me llegó este mensaje foráneo; una oruga en la manzana granate y tierna de más allá del Sistema Solar. Algo echado a perder o apunto de hacerlo. Así sentía la psique de los míos, costaba recuperarse y aceptar que ya no percibía poesía sino prosa. No entiendo los detalles, se los dejo a los técnicos. Tampoco tengo amigos, solo contrincantes de tenis de mesa, apenas hablamos nos limitamos a jugar, residentes como yo que vendieron su libertad a cambio de un contacto perenne con el Espacio, por las noches rezaba para que me llevaran con Ellos, si pueden hablarme pueden ayudarme, pueden hacer que escape del CR, de mi enfermedad, del planeta: volar por el espacio, conocerlos. Después de tanto tiempo en seco estaba deseando iniciar las sesiones de nado. Las  frases al tomar contacto con el agua permanecieron flotando un instante cuando entraron en mi cabeza, por primera vez todo se hizo comprensible. Pude apreciar lo que decían, ahora si, y era un mensaje dirigido a mí o por lo menos yo lo entendí de esa forma:


“…alguien nos escucha Tom  el mensaje ha chocado con algo” ¡si, si yo os escucho quiero saber, quiero estar allí con vosotros, quiero escapar de esto! Les decía mientras nadaba. Tenía tan aprendida la respiración por intervalos que apenas pensaba en ella, mi corazón bombeaba sangre a toda marcha, los brazos eran transmisores constantes de movimientos; podía dedicarme por completo a Ellos sin caer extenuado…pero no contestaban. Excitado por encontrar sentido a las palabras presté más atención que nunca. “…estamos condenados y esta es la última transmisión hacía los confines de la Galaxia” ¿Qué galaxia? ¿Cuál…?.”…mero ejercicio de pedantería por nuestra parte” ¿Qué? Pe-dan.te-ría ¿Qué es pedantería? suplicaba para que no volviera el galimatías incomprensible de otras veces, el aíre comenzaba a fallar en mis pulmones. “…as las obras de Nietzche a quien le interese y con esto terminamos con los filósofos alemanes” era todo “oídos” dentro de mi estertores para pertrecharme de oxigeno. “…de proporciones apocalípticas, todo ha terminado y nadie puede ayudarnos. ¿Alguien recordará alguna vez a la Tierra? Cierra el canal Tom hemos terminado…” ¿Ya está? Pero ¿Qué es Tierra? la piscina se mantuvo muda de frases. ¿Eso es todo? Y ¿Quién me salva de este infierno? Estoy condenado dentro de mi cabeza para siempre, la locura acecha fuera del agua, me encontraba más solo que nunca.


“…Aquí desde la base Nueva Tierra si eres capaz de sumar estos dos tonos puedes ayudarnos ¿NOS RECIBES?”. ¡TRES, EL NUMERO TRES! Respondí.