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No es mi culpa

Dolo Espinosa

 

Me llamo Acacio por mi abuelo. No porque este sea su nombre y me lo hayan puesto en su honor, no, es porque mi abuelo considera que un nombre fuera de lo común añade distinción a la familia. De modo que, llevado de este convencimiento, llamó a su hijo, mi padre, Aldegundo y a su hija menor, mi tía, Dafrosia. Mi hermana mayor tiene por nombre Floripes y mi hermano pequeño Enasino. Mis primos se llaman Enevadita y Fridiaco. Y así todos y cada uno de los miembros de mi familia que quedan bajo la influencia directa de mi abuelo, Don Armando porque, muy a su pesar, mi abuelo tiene un nombre corriente y moliente que no ha cambiado por respeto a sus padre.

 

  Tampoco es que nos cause ningún complejo esto de los nombres, al fin y al cabo no es que mi familia sea muy normal.

 

  En realidad, a usted mi familia le resultaría anormal e, incluso, paranormal.

 

  Y es que, verá usted: Yo soy vampiro. Sí, señorita, vampiro, hijo de vampiros, nieto de vampiros, sobrino de vampiros... Soy uno de los últimos descendientes de una larga estirpe vampírica. Corre incluso el rumor de que somos descendientes directos del mismísimo Vlad el Empalador; fábula a la que yo, sinceramente, no doy demasiada credibilidad.

 

  Ya sé que estará pensando que esto de ser vampiro debe ser de lo más fascinante pero nada más lejos de la realidad, se lo aseguro. Los vampiros no somos, ni por asomo, tan misteriosos y arrebatadores como nos pintan en las películas y en las novelas. Puede que antes, en tiempos de mis abuelos o mis tatarabuelos, lo fueran –al menos, así lo cuentan ellos– pero ahora nada nos diferencia de ustedes… aparte nuestro gusto o, mejor dicho, nuestra necesidad de sangre humana.

 

  No me mire así: ustedes comen sangre frita y morcillas y cosas más asquerosa y repugnantes, así que no se me haga la delicada en materia culinaria. Todo es cuestión de “cultura” y ahora que está tan de moda el respeto a las etnias y a las “otras culturas” no veo porqué no deberían respetarnos también a nosotros. Quizás deberíamos pedir a la ONU que defienda nuestros derechos como pueblo, puede que incluso debiéramos reclamar Transilvania como país propio. ¿Qué le parece? No estaría mal: Acacio Barcsai, ciudadano de Transilvania. Suena bien ¿eh? No sé por qué ninguno de mis congéneres se lo ha planteado antes. Tendré que meditar más sobre ello.

 

  Pero estoy divagando ¿verdad?

 

  Ya, ya sé que está asustada y lo entiendo. Es normal que sientan algo de aprensión hacia nosotros. Un cerdo también debe sentirla hacia ustedes. Lógico. Pero, oiga, yo no tengo culpa de que mi dieta deba incluir grandes dosis de hemoglobina humana.

 

  No fue una elección mía: nací así.

 

  Y créame que he intentado dejarlo.

 

  En serio.

 

  Durante bastante tiempo intenté ser vegetariano e, incluso, vegano, pero no funcionó. Fue un desastre. ¿Ha intentado usted clavarle los colmillos a un pino o a un roble? No, claro, ya imagino que no. No se lo recomiendo. Yo casi pierdo los míos en el intento de sorber un poco de savia. Acérquese, mire, mire, no se preocupe… ¿Ve usted esta mella en mi colmillo derecho? Eso es un recuerdo de mi intento de beber savia en lugar de sangre, y pudo haber sido aún peor.

 

       Además, la dieta vegetal es escasa en los nutrientes que yo, como vampiro, necesito. Así que me vi obligado a volver a mi dieta habitual si no quería morir.

 

    También probé a robar en los bancos de sangre. Ya, suena a broma, lo sé. ¡Vampiros ladrones de bancos! No tiene nada de original el chiste pero hace gracia. En fin, el caso es que lo intenté, pero no funcionó. Y es que uno no es un delincuente ¿sabe usted? Y dedicarme al robo, aunque fuera para alimentarme, no me hacía sentir nada cómodo. Y encima tener que andar huyendo de la policía. ¡Demasiados líos para un vampiro!

 

  A nosotros nos gusta el anonimato. La oscuridad y el silencio de la noche. Acechar y tomar lo que queremos sin aspavientos ni alharacas. Elegimos a nuestra víctima, la seguimos y, cuando llega el momento oportuno, atacamos. Ni un grito, ni una carrera alocada por las calles, ni chorros de sangre. Nada de eso. Todo se hace en silencio y limpiamente.

 

  Ante todo, educación. Eso me decía mi madre cuando era pequeño: “Acacio, hijo, eres un vampiro no un cerdo, sé limpio y educado; muestra un poco de respeto por tu víctima y por ti...”

 

  En fin, como le decía, he intentado dejar de beber sangre humana. Por probar incluso he probado el método de los doce pasos de Alcohólicos Anónimos pero, claro, no me funcionó. Yo no soy ningún adicto. La sangre la bebo por necesidad vital, no por adicción.

 

  Pero la estoy aburriendo con mis historias. Le ruego me disculpe por entretenerla tanto. Esta noche es mi despedida de soltero ¿sabe? He salido de juerga con unos amigos. Nos hemos bebido la sangre de dos o tres borrachines y me temo que el alcohol ya comienza a hacer efecto. Bueno, una noche es una noche y para eso son las despedidas de soltero: para excederse en todo. Pero eso usted ya lo sabe ¿verdad? A eso se dedica. A animar las despedidas de soltero.

 

  Menuda sorpresa me he llevado al verla aparecer. No esperaba algo así de mis amigos. ¡Qué cosas se les ocurren! Contratar a una stripper… Y muy guapa, por cierto. Tiene usted un cuello exquisito ¿lo sabe? Con el pelo recogido, así, estaría mucho más hermosa. Tendría que haber resaltado más su cuello, es tan bello...

 

  No se asuste. No le va a doler. No sentirá nada. Se lo prometo. Un pequeño pinchazo, un suave sopor y luego un irse apagando dulcemente, como una pequeña y hermosa vela.

 

  Es una pena no haberla conocido en otras circunstancias. ¿Quién sabe? Quizás las cosas habrían sido muy diferentes pero, ahora, bueno, mañana me caso, ya sabe…

 

  Y ahora, si no le importa, será mejor que vayamos terminando. Mis amigos ya comienzan a impacientarse. También quieren su parte. Lo comprende ¿verdad?

 

  No sabe cuánto lo lamento.

 

  Yo no tengo culpa de ser vampiro.

 

  Nací así.

 

  Y tengo que alimentarme.

 

 

 

Dolo Espinosa

He publicado relatos y microrrelatos en revistas y antologías. Participo en varios libros de lecturas infantiles de la Ed. Santillana. Formo parte de la red de escritores Netwriters, colaboro de manera habitual con la web de cuentos infantiles EnCuentos y con la revista digital miNatura ( http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/ ). He publicado un álbum ilustrado infantil en Amazon: Pinocha y la poción mágica y un libro de relatos con la editorial Atlantis: Testamento de miércoles. Y, además, mantengo dos blogs: Testamento de miércoles ( http://testamentodemiercoles.blogspot.com ) y El cofre de los cuentos ( http://cofrecuentos.blogspot.com ) (este último de cuentos infantiles).
He escrito tambien una coleccion de cuentos de zombis "Mis queridos zombis". ( https://lektu.com/l/dolo-espinosa/queridos-zombis/5692 )