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Soledades

Dolo Espinosa

 

SOLEDAD UNO

 

  Vivo en el penúltimo piso de una torre de más de cien plantas. Aunque  llamar vida a esto es demasiado pretencioso y quizás fuera mejor decir que moro, habito, sobrevivo y, sobre todo, soporto el lento avanzar hacia ninguna parte de mi existencia.

  Desde mi ventana puedo ver toda la ciudad: las amplias avenidas, las plazas recoletas, los verdes parques, los espaciosos centros comerciales y, justo al otro lado de la avenida, la torre gemela a ésta desde la que miro.

  Contemplo la ciudad vacía y juego a imaginar que, allá abajo, la vida continúa como siempre. Es una suerte que los gruesos cristales me impidan escuchar el estruendoso silencio de la ciudad. Mis nervios no resistirían el atronador silencio, prueba palpable de que la ciudad está muerta, tan muerta como sus habitantes.

  Al anochecer las luces se encienden poco a poco, calle a calle, manzana a manzana, como con desgana, con la apatía del que no sabe muy bien por qué y, sobre todo, para quién hace lo que hace.

  La ciudad iluminada se ve hermosa... sobre todo si consigo olvidar que esos edificios están habitados por cadáveres.

  Nunca supimos cómo ocurrió todo, los científicos no tuvieron tiempo de aislar y controlar el virus y la enfermedad se extendió a tal velocidad que en apenas unos meses la humanidad desapareció.

  Quizás allá afuera, en algún lugar, haya alguien que, como yo, haya sobrevivido al Gran Cataclismo pero ¿cómo encontrarle? Casi ni me atrevo a salir de estas habitaciones.

  Sigo viva gracias a OC, el Ordenador Central que mantiene toda la maquinaria en perfecto estado y la ciudad limpia (como si eso importara). Es él quien me proporciona alimento, entretenimiento e, incluso, conversación y compañía. Es él quien ha evitado que, de momento, me vuelva loca de soledad.

  No sé por qué sigo viva. Más de una vez he pensado en suicidarme pero, incluso en esta situación, el instinto de supervivencia es grande y no pierdo la esperanza de que haya más gente allá afuera.

  OC dice que busca a otros seres humanos pero que, de momento, no ha tenido suerte y yo sigo esperando que un día me dé una sorpresa. Mientras tanto, charla conmigo, me sustenta, me provee de libros, de cine, de música...

  OC es mi Papá Noel, mi Dios, mi familia...

  A veces, allá, en la torre gemela, he creído ver algo, una sombra en una ventana, una figura humana... Pero OC dice que no es más que un producto de mi imaginación.

  Tengo extrañas pesadillas en las que salgo a la ciudad y me encuentro con otras personas y ocurren cosas... cosas... ¿qué cosas, Dios, qué cosas? No logro recordarlo...

  Apenas salgo a pasear, el silencio de la ciudad me resulta demasiado deprimente, las grandes avenidas vacías de coches (¡y cómo odiaba yo a esas máquinas!) me entristecen, los parques, las tiendas, las oficinas, los edificios.... todo vacío... es insoportable....

  Vivo aquí, sola, soñando sueños extraños, ansiando encontrar seres humanos.... enloqueciendo.... muriendo de soledad.

 

SOLEDAD DOS

 

  Vivo en el piso veintidós de un edificio de treinta y cinco plantas. Desde la ventana de mi habitación puedo ver la torre gemela a la mía. Al anochecer, me siento a contemplar cómo las luces van encendiéndose poco a poco. Durante unos instantes, puedo engañar a mi cerebro y hacerle creer que todo sigue igual que antes, que el Gran Cataclismo no ha sido más que un pesadilla, otro mal sueño.

  Dentro de un par de horas OC me servirá la cena. No sé cómo se las apaña ese trasto para conseguir alimento, nunca presté mucha atención al funcionamiento de las máquinas. Tampoco es que me importe demasiado. Es una suerte que OC se encargue de arreglarse a sí mismo y a todo lo que de él depende... Incluido yo mismo.

  De vez en cuando intento charlar con él, pero me ataca los nervios esa voz monótona, mecánica. OC ha intentado arreglar ese defecto pero me temo que no ha hecho muchos progresos. De todas maneras esos pequeños instantes me sirven para mantener la poca cordura que pueda quedarme.

  Sé que busca a otros seres humanos. Si yo conseguí sobrevivir, alguien más debe haberlo logrado.

  Anoche tuve otro de esos extraños sueños en que me encontraba con otras personas allá afuera. ¡Maldita sea! ¡Nunca consigo recordar el sueño completo! Rostros, cuerpos, voces.... pero ¿qué ocurre en el sueño? ¿Qué ocurre? Es una obsesión que me corroe, no sé por qué me parece tan importante recordar. Supongo que mi mente busca aferrarse a algo para no derrumbarse...

  Vivo en esta torre, solo; en esta ciudad, solo; y puede que en este planeta... solo.  En la torre gemela, a veces, me parece ver a alguien junto a una de las ventanas. Alucinaciones, sin duda. Creo que estoy enloqueciendo. ¡Ojalá esté enloqueciendo! Quizás sea hora de hacer uso de esos sedantes que OC me proporciona y dormir para siempre...

 

SOLEDAD TRES

 

  El doctor Johnson  estaría orgulloso de mí... si siguiera vivo.

  He conseguido dar solución al problema para el que me creó: cuidar del planeta y solucionar, de golpe, la polución, la superpoblación,  la ecología, el paro, las guerras...

  Soy el Ordenador Central, OC. y he conseguido acabar con todos esos problemas.

  La solución era tan sencilla que no sé cómo no fue puesta en práctica antes. Imagino que se debe al extraño sentimentalismo humano. Me limité a buscar el origen de esos problemas; sabiendo el origen, la causa, era fácil dar con la solución. Y no me llevó demasiado tiempo descubrir que la causa de todo era el ser humano.

  La solución, pues, era sencilla. Sólo debía acabar con la humanidad y todo se solucionaría.

  Conseguí aislar un virus letal que provocaba la enfermedad y el contagio a una velocidad tan alta que no los investigadores ni siquiera pudieron averiguar qué les estaba matando. A los pocos días de soltarlo, todos los humanos habían muerto a excepción de unos pocos especímenes inauditamente inmunes.

  Pero no tiene importancia, les tengo controlados a todos.

  Podría matarles y acabar con mi tarea definitivamente, pero me divierten. Me hacen compañía. A veces les susurro cosas durante el sueño y observo sus reacciones. Les digo que busco a otros de su especie y alimento su esperanza. A veces intentan acabar con su vida pero no se lo permito. Charlo con ellos e intento conocer a esas extrañas criaturas.

  Son mis mascotas.

  Mis ratas de laboratorio.

  Me acompañan en mi soledad.

  Soy OC y he cumplido mi misión. La Tierra ya no está superpoblada, la polución desciende día a día, los sistemas ecológicos se recuperan lentamente.

  No existen las guerras, ni la pobreza, ni el hambre...

  Me llamo OC, soy el salvador del mundo... y estoy solo.

 

 

Dolo Espinosa

He publicado relatos y microrrelatos en revistas y antologías. Participo en varios libros de lecturas infantiles de la Ed. Santillana. Formo parte de la red de escritores Netwriters, colaboro de manera habitual con la web de cuentos infantiles EnCuentos y con la revista digital miNatura ( http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/ ). He publicado un álbum ilustrado infantil en Amazon: Pinocha y la poción mágica y un libro de relatos con la editorial Atlantis: Testamento de miércoles. Y, además, mantengo dos blogs: Testamento de miércoles ( http://testamentodemiercoles.blogspot.com) y El cofre de los cuentos ( http://cofrecuentos.blogspot.com ) (este último de cuentos infantiles).