Cada autopista tiene sus muertos. Cada vía alquitranada. Y algunos nunca las abandonan. Pero los fantasmas de las carreteras no son lo más peligroso que acecha sobre el asfalto: bajo el sol que lo recalienta y el espejo de las noches circulan agentes de poderes superiores en la forma de aquelarres motorizados, carroñeros de gran tonelaje y transportes hacia espacios que habitualmente solo visitamos en nuestras pesadillas. Cuando un alma ajena a todo ello se ve envuelta en la vorágine, solo puede ser testigo de los horrores que va encontrando a su paso.
Esta es una historia sobre cruces de caminos. Una ronda para Carpenter y Barker. Una salve a Kavinsky y Beksiński. Incontables dimensiones de locura y dos desconocidos en un coche oyendo la radio.